Ensayo acerca de por qué el sistema nos alienta a ignorar nuestras emociones



Al sentir el efecto del antidepresivo sobre mí entendí como puede sostenerse nuestra sociedad.



(recomendación musical para esta lectura)

Nos enseñan a no prestar atención a nuestros problemas, que llorar no está bien; a anteponer nuestras “obligaciones” a nuestras emociones, a centrarnos en lo físico. Hay una realidad prediseñada de la que partimos todos, algunos consiguen romper y modificar algunas de las bases que no consideren adecuadas, mientras los otros construyen toda su realidad a partir de allí, de manera unidireccional. 
Un arma con enorme potencial para romper esquemas preestablecidos son las drogas, y por eso es conveniente para el funcionamiento adecuado de nuestro sistema promover el miedo y la ignorancia hacia ellas en vez de la concienciación y el uso adecuado. Los mas obedientes no las usarán, los que se atrevan adquirirán denotaciones negativas, y su posible falta de conocimiento sobre ellas seguramente concluirá en un uso inadecuado ayudando así a promover la mala imagen y el miedo hacia estas; los que consigan entender el potencial que en ellas reside serán pocos, y los que lleguen a poder usarlas adecuadamente como instrumento aun menos, y ellos, casi en su totalidad serán vistos como chiflados o algo por el estilo por la opinión popular que forma parte de una nube que flota sobre nuestras casas y nos impide ver el cielo con claridad.

El mágico Terence Mckenna


El LSD te hará ver con más detalle todo lo que te rodea y también lo que te forma; desde tu canción preferida o el pliegue de tu pantalón hasta la cara de tu amigo o tus sentimientos hacia alguien o algo. Te permitirá ver más de lo que sueles ver allá donde mires.

El MDMA te mostrará el amor en su total plenitud; te descubrirá, si lo necesitas, que no solo existe el amor romántico y el familiar, que tiene mil manifestaciones y hay a su vez mil maneras de expresarlo. Una persona cerrada o introvertida, con dificultades para relacionarse o expresarse, obtendrá unas mejoras inimaginables para la medicina o psicología actuales si es subministrado de manera adecuada.

La marihuana te enseñará que el tiempo no es lo que nos han dicho, le quitará poder a uno de los monstruos que atormentan a diario al ciudadano medio, nada más ni nada menos que la prisa; esa ansiedad por ser puntual, esa desesperación por la llegada del fin de algo que se está disfrutando; o incluso cualquier obligación asociada el tiempo, como tener que hacer tal cosa antes de tal día, alterando así la percepción del paso del tiempo y de este en sí. Te enseñará a tomarte la vida con mayor calma, a valorar tu paz interior y anteponerla a otras “responsabilidades”.

Pero ellas no harán nada, son una herramienta que usarás, así que serás quien haga, con su ayuda. Puedes acercarte más a ti mismo, conocerte y adelantar el proceso de convertirte en quien debes ser, ayudando a encontrarte a ti mismo; o puedes usarlas para destruirte, calmando el dolor que causa tu odio pero alimentándolo inconscientemente, siendo la droga usada como la pala que cava lenta pero incesantemente una tumba, en la que enterrarás tu memoria, tu cordura, tus relaciones y hasta a tu cuerpo si le das el tiempo necesario para que el hoyo sea lo suficientemente profundo.

Nick Drake, el último artista romántico

El LSD, el MDMA y la marihuana eran ejemplos, la droga de la que quiero hablar son los antidepresivos, hay once tipos de estos, y si no me equivoco son muy diferentes entre sí, no sé hasta qué punto porque tan solo he probado un par de ellos, y apenas sé acerca de la mayoría de las ramas de la farmacología así que lo que pueda leer en un prospecto no me sirve de nada. Pero basándome en mi propia experiencia; principalmente con la trazodona (Deprax), pero también con la amitriptilina (Tryptizol) y la paroxetina; puedo formarme una opinión general acerca de este conjunto de drogas; y entre todas y cada una de las substancias que he consumido a lo largo de mi temprana edad, es con creces, la que más me asusta la idea de pasar todo mi tiempo colocado de ella.

Evidentemente es cierto que son muy eficaces, son exageradamente eficaces; cuando estas realmente mal te harán dejar de sentirte así, el problema es no solo que no te harán sentir bien, sino que te anularán la capacidad de sentir. Crean una membrana protectora entre tú y tus emociones, todo lo que hace un instante te atormentaba, te torturaba sin piedad clavándote agujas en lo profundo de tu abdomen ahora ya no puede hacerte daño, lo ves, eres consciente de su cercanía, pero ya no tiene ningún poder, ni si quiera efecto sobre ti, estás con la tranquilidad en la que observas un león en el zoo. El problema viene cuando ves que eres incapaz de sentir alguna otra emoción contraria de la que huyes, como alegría o euforia; te convierte en un zombie, o robot; y creo que alguien que no esté familiarizado con el efecto de las drogas puede tener desventaja a la hora de darse cuenta de esto, especialmente si no es un lumbreras. Nunca me atrevería a decir que encuentras paz bajo el efecto de esta substancia, como la encuentras en los opiáceos, para nada, indiferencia más bien, indiferencia hacia tu vida y hacia todo, te suda la polla el mundo, pero de una manera aterradora, te suda tanto la polla el mundo que paseando te cruzarás con alguien a quien le están pegando una paliza y te sudará la polla; te sudará la polla tantísimo el mundo que hasta te sudará la polla que cuatro viejos gañanes pero astutos y adinerados con cierto gusto por el lujo y la coca se rían en tu cara cada vez que hablan tan convencidos en los medios, a la par de que estás pagando su altísimo nivel de vida del que no soy capaz de imaginar el precio y las implicaciones de ello.

Así que, menuda casualidad, un instrumento para devolver al estado de ciudadano medio respetable, para todos aquellos que se desvían, que empiezan a escuchar a su corazón y al ignorarlo este les grita; y atormentados por su más profundo yo  quieren volver al que creen erróneamente que es su estado natural, y se esfuerzan en “arreglarse” para poder volver a encajar en el engranaje de esta gigantesca y dañina máquina de consumo.




Todo lo que he dicho hasta ahora me parece irrefutable, sin embargo a continuación hablaré de algo que puede ser perfectamente puesto en duda, o quizás haya “evidencias” científicas que lo refuten; no me importa un carajo; yo sé que es así, pero no de la misma manera que sé de qué color es un pantalón o que si suelto un mechero se va a caer al suelo, hay varias maneras de saber algo, diferentes niveles de conocimiento y el establishment solo da como válido uno de ellos, el empírico. A pesar de ser consciente de esto, aún no he aprendido tanto sobre los diferentes niveles de conocimiento como para exponerlos de manera clara o entendible.


Cuando una persona sigue el camino que he descrito hasta el momento de concebir, todos los problemas que rehúsa el progenitor son transmitidos al hijo, si no es en el momento de nacer (que a mi pareced sí que lo es), es en el momento de su crianza (que a mi pareced potencia el mal ya heredado). Para el niño que sufrirá sin saberlo; porque no conocerá un estado de libertad interior, y que creerá que ese malestar es el estado de normalidad; lo más fácil será seguir el camino que le diseñarán sus padres, que no es más que una ramificación a la que preceden numerosas ramificaciones más hasta llegar al tronco, que es el camino prediseñado de vida, la realidad de la que partimos como antes mencionaba. Así acaban formándose hijos horrorosamente parecidos a sus padres, se convierten en quien sus padres quieren que sean, y sus padres quieren que sean como ellos son o como deberían, ya que son incapaces de aceptar que van a morir sin haber hecho nada de lo que sentirse orgullosos, y en el momento de ser padres ya no se sienten responsables por su vida de mierda, se sienten responsables, más bien obligados, a que su hijo sea como ellos creen que debe ser, y creen que debe ser como ellos son o como ellos deberían ser; en vez de luchar por convertirse ellos mismos (padres) en quien creen que deben ser. Durante me asustaría saber cuánto en España ha existido la misma persona pero en diferente contexto generación tras generación, del abuelo al padre, y del padre al hijo, todos la misma persona.



En nuestra generación, con la ayuda de los medios para facilitarlo que ha traído la modernidad, ha aumentado con creces el numero de “ovejas negras” de cada familia; que no conformes con el camino establecido, deciden tomar un desvío a otro lugar hacia el que sienten atracción, lo que ha hecho que las exigencias del padre medio no sean tan absolutistas; pero pensar que estas han desaparecido es increíblemente ridículo, están muy lejos de ser erradicadas, y no lo podrán ser hasta que todo el mundo afronte su batalla interna; nuestra participación en ella está siendo clamada, no podremos criar hijos sanos y libres de complejos, inseguridades, y todos los demonios de los que cada uno de nosotros sufre tormento hasta que no los afrontemos y resultemos vencedores.

 Nuestra historia se construye a partir de las guerras; las luchas, por derechos de colectivos generalmente; y los avances; nos han hablado sobre todas las grandes guerras, conocemos algunas batallas épicas y algunos nombres de importantes figuras dentro de estas y a su vez, somos en mayor o menor grado conscientes del sufrimiento que estas causaron (y siguen causando), y nos sentimos afortunados. Afortunados de no haber nacido en tiempos de guerra y de pensar que seguramente muramos sin haber sufrido una ya que la idea de otra guerra civil española es inconcebible, y que si España se viera involucrada en una guerra externa, ofreceríamos una cobarde participación con el objetivo de sacar el mayor beneficio con el menor riesgo. Así que nos sentimos tranquilos y felices, sabiendo que no va a llamarnos la madre patria a matar y a morir a y por desconocidos en su nombre, ¡pero somos unos inconscientes! Ahora que esa ruidosa llamada ha desaparecido escuchamos otra clamada a luchar, y esta viene de nuestro interior; es una guerra que tienen pendientes nuestros antepasados y nuestra implicación en esta es hereditaria, ellos no estuvieron preparados o tuvieron prioridades a atender, pero el momento de combatir ha llegado. En tiempos de guerra si huías de tu “deber”, te convertías en un desertor y eras buscado; si decides no acudir a tu guerra interna serás igualmente buscado, y por supuesto encontrado, cayendo de manera brusca sobre ti el peso de todas tus emociones reprimidas, siendo víctima del tormento ocasionado para su deleite los numerosos demonios que te persiguen de manera hereditaria o desde cierto punto en tu infancia. Tan solo cuando libremos batalla tras batalla y hayamos aprendido y dominemos las artes de esta desconocida modalidad de guerra podremos resultar vencedores en ella; y tal solo entonces podremos ser libres, libres de absolutamente todo, y felices; en ese caso podremos procrear y traer seres libres y felices a este mundo, pero hay un inconveniente, nuestra sociedad no funcionaría con una población libre y feliz, esta vive de nuestra infelicidad, nos dicen que para ser felices necesitamos dinero para mil cosas diferentes que mejoraran nuestra vida y ese se convierte en el objetivo del juego; a alguien feliz y libre le parecerá absurdo, así que no querrá jugar, y sin jugadores se acaba el juego, así que a los de arriba les interesa más que se receten antidepresivos a su población, para que olviden su batalla interior, para mantenerlos perdidos, y que así sigan buscando su realización personal en un reloj, un traje o un coche y se mantengan dentro del juego, inconscientes de que no es más que un juego dentro de nuestra vida; en vez de proporcionarles una experiencia psicodélica para que se acerquen a sí mismos y obtengan un empujón, un refuerzo en esa batalla.

Doy gracias al sistema por la luz y la escalera, pero echaré un par de partidas a este juego y después me dedicaré a otra cosa, joder si lo haré, que no cuenten conmigo para pasar mucho tiempo dentro.


-Cristian P. Ruiz

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