[The Game] El insoportable peso de las relaciones


Bienvenidos, a The Game.




En la primera parte, El Sexo y sus Demonios, hablé del estigma social del sexo y la sexualidad, sobre el juego, sobre expectativas, sobre tabús, sociedad e influencias que recibimos de ella.

La segunda parte y tercera parte, son realmente dos caras de la misma moneda, dos mitades del mismo tema, que he dividido por cuestiones de funcionales.

En la primera, El relativo peso de las relaciones, donde hablo de cuál es la situación actual a la que nos han llevado nuestras influencias y porqué, la relación romántica tradicional, y mi modo de entender todo esto.

En la segunda, El insoportable peso de las relaciones, donde hablo de los problemas de esta forma de entender la vida en pareja que separa la sociedad en dos mitades; también incluye, como en la primera parte, asquerosas generalizaciones variadas para que ninguno se vaya de aquí sin la sensación de haber sido insultado.

Siento mucho, si me hago algo pesado o tenéis sensación de que me repito; es mi afán de dejar las cosas claras. Esto es una segunda parte, así que el tema es básicamente el mismo que en el artículo anterior. Si se os hace pesado, siempre podéis insultarme por alguna minucia ofensiva en los comentarios, que vamos escasos de anonhate. Me encantaría tener estilazo y poder escribir como el ya múltiples veces citado autor de "El drama tardolescente", pero en estos artículos sigo un estilo bastante analítico, con múltiples referencias y conceptos que se van repitiendo, como por ejemplo "relación tradicional", "seguridad emocional", "imperativo biológico" y "amor romántico", porque son vitales para entender de lo que hablo. Vamos, que es un tostón infumable. Dicho esto, vamos allá.




Hay dos problemas mayoritarios en las relaciones tradicionales en si mismas, más allá del impacto social que tiene su propia existencia como tales. El primero, es que se pueden volver tóxicas; las expectativas de uno y otro manifestarse de formas perversas y llevar a una situación de autodestrucción en la que nadie sabe si quiere salir y tampoco sabrían cómo hacerlo. El segundo es que, llegados a cierto punto, salir de una de ellas puede ser aún peor.

Tim Minchin, ilustre miembro histórico de RLG, hacía una comparación bastante jodida del amor con un... cáncer, aunque no os alarméis, queridos guardianes del romanticismo casposo, simplemente tiene intención humorística. Aunque hay un par de cosas muy ciertas en ese vídeo, la primera es que el amor no se dispara como sí lo puede hacer la atracción sexual; te envuelve. El segundo, es que el amor te puede destruir.

Las personas, entramos en relaciones muy profundas en los momentos en que más necesitadas de consuelo estamos en sus vidas; creamos enamoramientos y presuntas medias naranjas como si de ídolos en vez de convivencia se tratase, a medida de nuestras necesidades. Tiene cierta lógica, pero también lógicas consecuencias.




En los momentos de fragilidad, en vez de crecer como personas, ponemos toda nuestra vida en manos de alguien, que aún siendo la perfecta indicada para ese papel; quizás no crea que su rol en esta vida sea ser la tercera pata de nadie; eso no tiene porque formar parte del trato. Aunque sea así y todo sea idílico, no tiene porque acabar bien; tengo, a mi alrededor, un montón de personas, de las más fuertes que conocía, destruidas porque su relación se ha acabado, hecho pedazos. Una relación a la que confiaron todo, que les proporcionaba con suma facilidad aquello que llevaban faltando desde los primeros compases de su vida consciente. Inmersos, no necesitaban nada más. Dejaban de quedar, dejaban de llamar, dejaban de moverse, de aspirar a algo más, de tener voluntad de poder. En vez de sentar su vida sobre unas bases propias, en vez de buscar razones propias y basadas en hechos para su autoestima y confianza, se sumieron en sus relaciones, su última conquista. En vez de usar sus relaciones como punto de apoyo, se aferraron a ellas con un peso que ninguna puede soportar.

Esta situación, influenciada por todo lo que hablamos en la segunda parte, sienta un peligroso precedente. En vez de espacio de crecimiento personal, así como de sano ambiente donde tener hijos; convertimos relaciones afectivas en una mezcla entre una cárcel y un refugio de cristal a punto de colapsar; el último precio que pagamos por nuestra porción de cielo y a la vez donde nos escondemos ante la falta de conquistas de esta sociedad. De comerse el mundo, ante la falta de mundo, a escondemos en una pequeña parcela a las afueras, o en una casa junto al mar o en un bloque de hormigón armado entre las calles transitadas de una ciudad donde nadie va a ninguna parte.




Pese a las más que frecuentes y evidentes señales de alarma, nuestro cerebro lo niega todo, niega donde nos está llevando nuestra vida, contemporiza, se aferra a etiquetas, se aferra a su fuente de seguridad emocional; pues prefiere negar la realidad a encontrarse con un nivel de estrés que no puede controlar. 

De pronto, un día, puf , descubrimos que no queda nada.

Desaparecieron, y nada queda de las relaciones, ni de ellos mismos. Son un espejismo de lo que eran, una derrota les ha conducido a no emprender más luchas, para que digan luego que la experiencia es un grado. Mucho se ha escrito, pensado y hablado sobre este proceso. Libros, canciones, álbumes: vidas enteras giran ante un solo acontecimiento de estas características, que no hace más que hundirnos más de donde pretendemos, chapoteando, salir a la superficie. Mucho se ha dicho para que venga yo a hablar de como se siente uno, ya no solo por una relación que termina, sino por todo lo asociado a ello.

Esos son los peligros de la intensidad, esos son los peligros de asociar todo a una sola persona. De sobrevivir, esta relación ya enferma desde sus inicios por su propio planteamiento, solo puede ir a peor con el tiempo, estabilizarse y apagarse lentamente. Con ello estabilizar y apagar a sus involucrados, que de tener la suerte de poder salir de ella encontrarían su vida en el exacto estado en que la dejaron, con emocionalmente catorce años en un cuerpo que perfectamente podría tener veintitrés.




Punto número uno. El mal menor

Demasiadas veces, en vez de tener cánones de belleza propios, de buscar similitudes, puntos en común, personalidades complementarias, alguien con quien merezca la pena vivir, simplemente se conforman con lo primero que encuentran; pues temen como a lo que más, incluso si no marcha bien, encontrarse en el vacío espiritual inmenso de su soltería adolescente. 

Toda esa gente casada realmente tiene relaciones que han adoptado esa condición por ser la única que existía cercana a sus necesidades. Básicamente porqué solo existen dos estados civiles, soltero, o casado. No significa eso que toda ese gente acepte la relación tradicional como modo de vida perfecto, en el mejor de los casos, es tratado como el mal menor. No se embarcan en ello por voluntad propia, se embarcan en ello como el mal menor asociado a no estar solos. El conformismo en su máxima expresión, aunque para ellos no sea percibido como tal, sino todo lo contrario: como una conquista.

Su pareja, es su parte del pastel; al que nunca renunciarían, pues se verían incapaces de poder encontrar otra más. Se vacían, se volcán en la relación como en nadie se han volcado, se vuelven adictos y si saliesen de una, se encontrarían inmediatamente en otra, de las mismas características, donde intentarían emular la anterior, dándose prisa en afianzarla y decir todo lo que habían dicho en la primera. Sentando a un ritmo acelerado las mismas bases, creando copias de sus antiguas parejas para poder seguir sus vidas donde las habían dejado antes del inconveniente fortuito que ha sido el cambio de pareja, producto, quizás de una infidelidad que han roto el inquebrantable principio de la exclusividad sexual, rompiendo, en la mente de los relacionados, la sensación de seguridad emocional.




Punto número dos. Infidelidad y cuernos

Nos encontramos que, oh, ¡magia! El deseo sexual ajeno no desaparece aunque firmemos unos papeles que dicen que no te puedes follar a otros y aunque estés muy enamorado de tu pareja. Quien lo iba a decir. El juego sigue. Las chicas con pareja siguen queriendo sentirse atraídas por otros hombres, los dos continúan sintiendo atracción sexual externa por muy bien que les vaya.

Conversación real con una amiga, a la que llamaremos Mau (porque se llama así en el facebook básicamente) sobre este tema, ligeramente corregida para que yo parezca que tengo mas razón y a la que no he pedido permiso alguno para reproducir:

Mau: Es mes sana una relació de parella amb la que hi hagi tal confiança q puguis satisfer desitjos sexuals amb altre gent que una relació de parella reprimida en una monogàmia, i si esta parlat i s'arriba a un acord no son banyes. 
Tipazo: Joder noia, rebutges els conceptes tradicions associats a la sexualitat; i després et preocupes de si una cosa son "banyes" o no?
Es com si t'intentessis justificar. 
Mau: No em preocupa es la critica q vaig tenir quan vaig dir això a classe. 
Tipazo: Digues simplement que com que la teva idea de una relació sana es diferent, el concepte de banyes es torna incoherent amb la teva manera de veure-ho. 
No es que siguin o deixin de ser banyes, es que no te sentit parlar de banyes simplement per l'acte sexual en si. 
Mau: Es a el que pretenc arribar.
Tipazo: No cal parlar i arribar a un acord, com si firmessis un contracte.
Parles com si de base per el fet de follar amb algú li deguessis explicacions sobre el que fas i deixes de fer. 
Mau: Home si, per saber el q pensa l'altre si. 
Tipazo: Una altre cosa es que ho parleu, però no li deus res. No confereix ni treu cap dret, no es que ho hagueu de parlar per tenir "permís de".
Mau: No es el tenir permís, per mi es una mostrada confiança. 
Tipazo: Però tu no ho has dit com una mostra de confiança, has dit que era "legítim" nomes si es parlava i s'acordava. 
Mau: Vaja si, m'he expressat un xic malament. 
Tipazo: Es obvi i lògic que serà un tema a tractar, però caus tu mateixa en el parany de acceptar-ho com algo que s'ha de parlar obligatòriament. No es que t'haguis expressat malament, es que penses això però no ho tens interioritzat encara.

El concepto mismo de cuernos e infidelidad no tiene sentido fuera de las relaciones tradicionales, es inaplicable a relaciones con un diferente sentido de exclusividad sexual. En las relaciones típicas, una infidelidad es simplemente el incumplimiento de ese contrato invisible que es vuestra relación. Es el incumplimiento de la más importante de las clausulas, la de la exclusividad sexual. ¡Traición, infidelidad! Gravísimo, imperdonable, mucho más que dejar de comunicaros, de quereros o de follar. 

También lo que ocurre es que las infidelidades o son o no son; son una condición de frontera más o menos clara de cuando una relación es inaceptable. Depende de la relación, ese límite se encuentra en liarse con alguien o follarse a alguien otro, aunque nada cambie entre la estimación de las personas involucradas en la relación. El mismo hecho de que un centímetro más a un lado un centímetro más a otro sea motivo de dejar una relación que se supone está basada en el amor romántico me hace plantear muy seriamente lo hipócritas que son las personas envueltas en el asunto, aunque no deje de ser algo feo hacer algo que has prometido que no harías, sea lo que sea.

Pero lejos está eso de la realidad, pues no le damos la importancia de cualquier otra promesa; la exclusividad sexual está potenciada por la concepción de relación tradicional, hasta el punto de catalogar de indecente y aprovechada cualquier tipo de relación fundamentada en otros pilares; pero también tiene fuertes motivos biológicos que sería imprudente ignorar y que se manifiestan por ejemplo en los celos.




Punto número tres. Celos

Algunas personas defienden este estado de relación cómo el que los seres humanos estamos preprogramados para vivir, pero solo hay que dar una vuelta alrededor del mundo y las diferentes culturas que se han desarrollado en él para convencernos de lo contrario. Culturas que hemos erradicado diligentemente por ser diferentes a la nuestra, haciendo honor a nuestra condición de seres humanos a plena potencia. 

Que el matrimonio sea honorable entre todos, y el lecho conyugal sea sin contaminación, porque Dios juzgará a los fornicadores y a los adúlteros.
Dios TodopoderosoHebreos 13:4


Nuestros instintos nos llevan a muchos sitios, y por sendas diferentes. Lo que hacemos es canalizarlos todos a través de la misma, lo que hacemos es actuar bajo el marco social aunque reneguemos racionalmente de él, y luego extrañarnos de que nuestro mundo se desmorone cuando esta desaparece. No creo que nuestros instintos lleven primordialmente a ese tipo de relación, no creo que sea una culminación de ellos y ni de los lo veo cómo su mas fiel representación. 

Aunque lo fuesen no vería necesario seguirlos; el hecho de que reniegue de la concepción de posesión sexual no significa aquí deje de sentir celos, sino que dejo considerar que sea un “derecho” enfadarme por ello, ni que sea “legítimo” pretender que la otra persona, a la que supuestamente amo, renuncie a su libertad por una sensación mía. 

Que puede hacerlo, puede renunciar a ello, tampoco es el fin del mundo; yo lo he hecho alguna vez, pero si deja de ser una decisión y se convierte en un imperativo, es el resentimiento hacia tu pareja el que queda, el anular sus instintos de forma repetida y creyéndote en derecho de ello, eso es lo que causa desgaste y se convierte en promesas incumplidas y chantaje emocional a la larga, unida a un secreto rencor por ver en tu pareja el motivo de tu posible frustración sexual. Desde luego, no es esto lo que yo quiero en una idílica relación romántica. Porque no, los celos son un reflejo de la inseguridad, no del amor. El amor conlleva desear algo, y con ese deseo el miedo a perderlo, sí. Pero los celos son una consecuencia de tomar la relación cómo una propiedad como nos indican nuestro imperativo biológico, son una manifestación de ese miedo a perder lo que amas y a defender tu posición, pero no la única manifestación posible; de todas, es la que proyecta tus debilidades a tu pareja, en vez de servirte para mejorarla. De todas, es la que te lleva a inundarte de rabia y odio, en vez de luchar por aquello que quieres. Es esa tendencia la que vuelve las relaciones toxicas, precisamente la misma que la define; ese pensar en tu pareja como tu propiedad, ese dejar de luchar porque crees que ya lo tienes todo, la reminiscencia de una estructura social que nació no para vivir sino para crear amos, ellos, y esclavas, ellas.




De una manera parecida, que haya decidido que no es un factor importante con cuantas personas ha follado una chica antes de conmigo, no quiere decir que pueda sentir disgusto ante ello, porque es muy diferente aceptar algo racionalmente que hacerlo a nivel emocional; exactamente como le ocurría al cristiano que dejó su religión pero se seguía sintiendo culpable si se hacía una paja. Esas impresiones quedan en nosotros y son muy difíciles de cambiar, quizás están allí para siempre, por eso son tan importantes nuestras influencias; aunque nos parezca que actuamos por nuestras propias razones, somos esclavos de ellas si no las podemos identificar. No se trata de dejar de tener celos, se trata de dejar de institucionalizarlos.

Al final, todo es las conductas y actitudes que potencias, si te embarcas en un marco donde lo importante es la exclusividad, estás potenciando tus celos. Si te embarcas en un marco donde lo importante es quererse, no estás haciendo desaparecer los celos, ni haciendo que el otro quiera follar libremente con todo lo que se cruce en su camino si es que no lo quería hacer ya antes, simplemente estás quitando la exclusividad sexual de la ecuación. Precisamente aquellos que me he encontrado con un mayor fervor en su idea del amor romántico como ideal de vida, son las personas que defienden a ultranza la exclusividad sexual, quizás precisamente porque la exclusividad, y particularmente la exclusividad sexual es lo único que gobierna sus relaciones, su razón de ser; en cambio las personas que defienden el sexo como parte integral de sus vidas y relaciones tienden a ser las que más relajadas son en este aspecto.

Si una relación se rompe por una infidelidad, es que toda la relación estaba vinculada directamente a la exclusividad sexual, a la propiedad. ¿Es que no tenemos nada mas que romantizar, ni nada más en que basar nuestras relaciones?




Punto número cuatro. Toxicidad

En cada relación, la gente intenta cubrir sus propios defectos y destacar sus virtudes, y estas se acaban volviendo en una pequeña expresión de lo que desearíamos ser en todas las otras, como desearíamos ser ante el mundo. A veces, es un apoyo, una oportunidad, una situación en que expresarnos tal y como queremos ser sin el miedo habitual a ser juzgados. Una oportunidad realmente única en los tiempos que vivimos. Otras veces, esta expresión toma formas perversas, y se acaban proyectando en nuestra pareja nuestros propios miedos e inseguridades; como por ejemplo en hombres sedientos de poder, subyugando a sus esposas o en mujeres eternamente insatisfechas porque el mundo no es como en sus cuentos de hadas, que acaban culpando a sus maridos de tu eterna infidelidad. 

Los celos excesivos, así como la excesiva codependencia, son síntomas de ese tipo de conductas, a la larga destructivas, parasitarias o, a veces, hasta mortales.




Punto número cinco. Estilo de vida

Un relación romántica, puede ser un sitio solido donde construir el resto de tu vida, pero también un sitio donde aletargarse, esconderse del juego, cerrar los ojos y los oídos y creer que va a durar para siempre, figurando vivir en el paraíso prometido por el amor romántico y vivir sin conocer las posibilidades no exploradas. O también un sitio del que salir destruido, y renunciar para siempre al intercambio amoroso universal, renunciar al juego, y cultivar una misoginia lenta y un aislamiento profundo. Las personas con pareja estable toman menos decisiones arriesgadas, salen menos de casa y hacen menos cosas nuevas, en general, el rasgo distintivo es la estabilidad; pero hasta que punto deseamos estabilidad en todos los momentos de nuestra vida? Si todas esas cosas que nos llevan a buscar la felicidad en sitios recónditos, a vivir todo clase de experiencias, crear y distinguirnos socialmente se encuentran en el salón de nuestra casa, no vamos a hacer nada de eso. Puede ser un buen estilo de vida a partir de cierta edad, pero en la juventud lo que significa es el apalancamiento, el cese de la lucha contra el mundo y la perdida de muchas experiencias que quizás son tu única oportunidad de vivir.

Si tus ideas, te llevan a la aventura, te llevan a la exploración, te llevan a el horizonte, ¿porqué no aplicar esas ideas en tu vida misma? Al final, nos encontramos que nuestras relaciones son un reflejo del momento en que nos encontramos en nuestra vida. Somos todos muy valientes de mente, muy dispuestos y preceptivos, pero incapaces de tomar las propias decisiones a las que nos llevan sus propias ideas. Piensas que la revolución sexual está bien y que todo el mundo debe explorar y vivir como quiera, pero para los otros, tú llevas con la misma chica cuatro años, que casualmente es la primera o segunda en tu vida sexual activa.

Nos hemos desecho del estigma consciente, y todo el mundo es muy libertario, pero solo aplica esa libertad a los demás; el miedo a la libertad ciega a las personas, buscando referentes, buscando estabilidad; aun cuando tienen un cuerpo de veinte años y se creen que se van a comer el mundo.

Perseguimos, como a un espejismo, una relación con una chica pese a no saber nada ni de la chica, ni de relaciones. Vamos de cabeza, obviamente la ostia es impresionante, pero es que no pegarsela es peor aún.

El desgaste, el quedarse parado en el tiempo. A veces, puede ser un viaje incierto en el que embarcarse, lo defiendo en ese sentido, uno puede esconderse del mundo por un tiempo, crecer, apoyarse. Por eso la mayoría de relaciones perduran en los inviernos, es el frío, la necesidad de resguardarse. Relaciones que se acaban con la llegada de las temperaturas y el mundo de las oportunidades; quedarse escondiendo para siempre no es mas que un inverno perpetuo, que lleva al desgaste, al ostracismo, a apagarse lentamente. Ese es el insoportable peso de las relaciones.


When routine bites hard,
And ambitions are low,
And resentment rides high,
But emotions won't grow,
And we're changing our ways, taking different roads.

Then love, love will tear us apart again.
Love, love will tear us apart again.



http://m-shenanigan.deviantart.com/


Consecuencias de las relaciones tradicionales a efectos globales.

Veo a legiones de chicos, heridos, distanciados por un abismo de las chicas a las que apenas logran comprender nada. Que nunca han presenciado una chica desnuda más que en las pantallas de sus ordenadores. Perdidos.

En el alma de ese eterno joven dormita una vida afectiva que sigue enfermando. Muy temprano asumió que su emoción no era permeable, que del intercambio amoroso universal había sido descartado y que sentimentalmente habría de bastarse a sí mismo. Que mejor le sabría renunciar a la vida social que seguir deambulando por ella y castigar así la conciencia con la privación que mayor tormento le causa.
Gonzalo Vázquez - El drama tardolescente




Un día, se encuentran una chica que les hace caso, y casualmente se enamoran de ella, y casualmente, esa precisamente, de todo el mundo, esa; es el amor de su vida. Felices para siempre. Como en las películas. Como si la realidad no fuese infinitamente más compleja. Pero que tiene el que saber. Como va a poder el distinguir, ni nunca ha estado con nadie. Como va a poder distinguir amor de sexo, si nunca ha conocido ninguna de las dos cosas. Si algo falla, que falla, se encuentran rotos; persiguiendo esa chica en sueños toda su vida, quizás para siempre, pues el cerebro no atiende a clasificaciones: la chica, el amor, el sexo, la comprensión, la seguridad, el afecto, despertarse cada mañana al lado de alguien. Es todo lo mismo, como una gran fuente de felicidad manando directamente de ese culo perfecto y esas tetas que bueno, no puede comparar con nada pues no ha visto más tetas en su vida.

Demasiado a menudo, nos guiamos únicamente por nuestros instintos como si estos no fuesen también interpretables, sin ser capaces de analizar que nos están diciendo, y nos lanzamos con una venda en los ojos hacia la única fuente conocida de consuelo y amor, los brazos y los labios de una chica, ligados a alguien con quien dormir abrazados y confundiendo la atracción sexual con motivos por los cuales podemos ser felices con esa persona. Hay multitud de matices en una relación así, y en medio de este embrollo nuestros instintos pasan de todo y nos llevan es a con quien cree que puede tener mejor descendencia, pues nada entiende de relaciones románticas, de dependencia, codependencia, condones, comunicación ni de que seamos monógamos y esa vaya a ser nuestra única pareja sexual en toda nuestra vida, nuestra particular burbuja de seguridad emocional.

Creando etiquetas de relaciones, lo que hacemos es reducir el juego. Yo no creo que sean inherentemente malas, simplemente cada tipo de relación responde a una necesidades concretas de la pareja, a unas expectativas; pero me parece mucha casualidad que todas confluyan en la única socialmente aceptada. ¿Seré yo una excepción a la norma o la norma absorbe toda excepción en pos de lo que está bien y lo que está mal? ¿A que lleva abandonar el juego antes siquiera de empezar a jugar?




Como decía al principio de todo, la misma definición de “relación” hace a las relaciones tambalearse, pues hablar de ello es el equivalente de mirar a los ojos a todas tus amistades y decirles que son tus amigos en el fondo por puro interés personal, escondido en forma de empatía instintiva. Porque estas son habitadas en gran número por frágiles acuerdos no tácitos, tan frágiles que la misma realización de que es un acuerdo de exclusividad sexual y no una idealización romántica absurda les amenaza con tumbar. Por todos lados, vemos relaciones reconocidas a nivel social de gente que realmente no se ve casi nunca, que no se besan, que no se atraen, que no follan, no hablan nunca de nada de verdad; para los cuales la relación no es más que eso, un estado social. Se tumban en el cama con un extraño durante años, con el que tienen algún recuerdo en común pero nunca recuerdan haber hablado de verdad aparte de para asegurarse el uno al otro de que se quieren muchísimo.

La sociedad no es que nos imponga directamente el modelo de relación tradicional, es que lo muestra, primero, como el único posible, y es el único que tiene estatuto legal, en forma de matrimonio. Desde el punto de vista funcional, es lógico, la sociedad funciona en forma de familias y estas necesitan de un compromiso de permanencia, rollo las empresas telefónicas. La familia es una forma de organización tribal que nos ha quedado reminiscente de otros tiempos, no he venido a meterme con ella: simplemente diré que no tiene por qué ser la única forma de organización social. De existir diferentes, la funcionalidad cambiaría acorde a nuevas estructuras sociales, también diferentes.

La sociedad no nos impone directamente la relación tradicional, pero la cultural popular tira fuertemente en ese sentido, y no solo en motivos legales. El objetivo último de Ted Mosby, ese héroe, es simplemente encontrar pareja. Todas las películas acaban irremediablemente con el protagonista aparejado, sino, el final no es completamente feliz, de no ser así la historia está incompleta. Ya lo contamos en la primera parte. La cultura popular muestra a las parejas felices y a los solteros como solitarios melancólicos, establece que, o bien estás en una relación, o bien estás disponible sexualmente, y cualquier mezcla o reinvención es incomprendida y denostada por el populacho, que ve temblar su propia estructura prefabricada solo de formularse alguna distinta posibilidad. Lo común en un individuo aparejado es que trate de evitar el tema y simplemente asegure que se encuentra muy bien teniendo pareja, aunque no sea verdad.




Si no os creéis que estáis siendo manipulados, que tenéis esa idea en la cabeza, durante todo este artículo he estado poniendo imágenes de parejas felices y solteros tristes; si hasta el momento no habíais sido capaces de daros cuenta de que estaba jugando con vosotros, felicidades, ya tenéis instalada en la mente el anclaje de pareja-felicidad, soledad-tristeza. Pero no os preocupéis, es una idea que ya teníais de hace mucho tiempo, aunque no hubiese un señor malvado con esa intención en la cabeza. 

Sí, estadísticamente, la gente casada es más feliz, vive más tiempo, folla más, gana más dinero y tiene mejor salud. ¿Es la evolución, quitándose de encima aquellos que se han mostrado incapaces de procrear efectivamente y por lo tanto adaptarse a su entorno social? Quizás sí, o quizás no; puede ser simplemente el mal menor, la alternativa a morir solo. Pues además tener hijos, que te obliga a un cierto modo de vida, solo es aceptable bajo los preceptos estándar; salir de ellos comporta no solo tener que criarlos tu sola sino también imposibilita en gran medida encontrar nuevamente alguien con quien hacerlo.

No es la evolución escogiendo, es el sistema escupiendo aquellos que son diferentes.

No es de extrañar que en una sociedad que premie el apalancamiento, la obediencia y la limitación de nuestros instintos, aquellos que siguen esos preceptos como modo de vida salen beneficiados; cuando por otro lado los que lo rechazan, aunque algunos sí que es por incapacidad social, tienden también a rechazar otras conveniencias sociales, por lo que son vistos como parias y son rechazados de un constante y cruel norma social de la que nunca quisieron pertenecer, pero de la que es necesario participar para resultar atractivo y formar una relación afectiva razonablemente estable; otra vez aceptando el mal menor, vivimos nuestras vidas como una constante concesión a aquello que es correcto, a aquello que está bien y cualquier, no crítica; sino divergencia, es criticada, denostada y, finalmente, olvidada.




Mi lucha.

Recientemente vi en méneame una noticia con este título:



“Cambiar de pareja cada cinco años”, la clave de la felicidad para algunos psicólogos


Ciertamente, un titular desafortunado, como afirma él mismo en la entradilla. Obviamente, la noticia y el estudio hablaban de que hasta ahora el hombre y la mujer habían convivido en una relación, no de pareja, sino de amo-esclavo; y que, el concepto mismo de relación debía adaptarse a los nuevos tiempos.

El error, también obvio del título, era que el autor estaba hablando en otro lenguaje que el de los visitantes de la web, el estadístico. Donde los lectores interpretaron "deja a tu pareja cada cinco años" el autor intentó decir, "la media de duración de las relaciones antes de que se vuelven tóxicas es de cinco años". De una cosa a la otra hay un mundo de diferencia, que no todo el mundo entendió.

La eterna adolescencia, el noviazgo cíclico, cuanto más niños seamos mejor nos manipularán: Comprad más bombones, más flores, salid más al cine, cenar más noches en restaurantes, bailar más en pubs y discotecas, haced más escapadas de fin de semana, conoced cada vez más y más gente... 

No tengo duda que habrá personas que para ser felices necesiten cambiar de pareja cada 4/5 años y llevar una vida de eterno noviazgo, según les dure la pasión primaria animal, pero también habrá personas que prefieran una relación a muy largo plazo, más madura en donde prime un amor consciente y voluntario, a uno más hormonal, impulsivo y festivo.
DeckardRick




Este comentario en la misma web de menéame, fue el más votado de todos los comentarios de la noticia, y uno de los más votados del día, con un total de 51 votos positivos, así que alguna fibra sensible debió tocar, sin duda.

En el primer parágrafo, actúa de conspiranoïde asociando el vivir a ser más niños, a ser más manipulables. Asocia la adolescencia a hacer cosas, a moverse, a bailar; algo que supongo considera deplorable en otros estilos de vida más "serios" y mucho menos manipulables como en la firme unión matrimonial avalada por la iglesia y el estado.

En el segundo párrafo, comete el error del que os he hablado antes de confundir el lenguaje estadístico con la realidad, pero también se atreve a mucho más. Dice que una relación de cinco años es soportable bajo la pasión primaria animal y habla como si esta no influyera a la hora de emprender "relaciones a muy largo plazo". No contento con esto, dice que las relaciones muy a largo plazo son más "maduras", ese famoso término que todo el mundo dice poseer y nadie sabe lo que significa.

Lo que a él le parece un amor consciente y voluntario no es más que la racionalización de la atracción animal primaria que malogra unas líneas antes, materializada por la inevitable convivencia; y cuando habla de madurez, se refiere a estabilidad y a que si no actúas como él, eres un puto crío, hormonal, impulsivo y festivo.

Este comentario, en su totalidad, es una radiografía bastante exacta de la situación actual, gente creyéndose madura, incapaces de verse reflejados en un espejo, imponiendo su punto de vista bajo las banderas del amor, la sensatez y el buen hacer. Aceptan de boca otras conductas, pero nunca las aplicarían para sí mismos, las observan desde la distancia, con un desprecio y un odio ocultos por la corrección política y falsa tolerancia.




Yo no digo "no os lanzáis, sed cautos que os van a hacer daño", yo digo "explorad", yo digo Comprad más bombones, más flores, salid más al cine, cenar más noches en restaurantes, bailar más en pubs y discotecas, haced más escapadas de fin de semana, conoced cada vez más y más gente!" Yo digo: "no os atoréis demasiado tiempo, estad con diferentes personas a lo largo de vuestra vida, dejaros llevar pero también tened a mano el timón, probad en vuestro pellejo aquello de lo que hablan las canciones".

Si simplemente uno se deja llevar, no va a ser más que un producto de la manufacturación globalizada, un producto más, una pareja estándar, una familia que cuida de sus miembros cuando el gobierno no lo hace. Otro comentario, en la misma noticia afirmaba lo siguiente:

Lo que dice este señor es un auténtico horror, y no, no es sano. Es aplicar mentalidad de mercado a las personas.

No tiene porque ser un drama, cosas peores podrían pasar y las relaciones son un mal campo para el postureo sin sentido. No hay nada de malo en ser una manufacturización si las consecuencias de ella te son favorables. Que nadie deje de tener pareja por ser demasiado mainstream. Probablemente la monogamia estándar es el mejor sistema de organización y distribución de penes y vaginas para la mayoría de la población ignorante y domesticada, que eleva a la categoría sagrada un tipo de relación que manifiesta las mismas carencias que el propio homo sapiens estándar contemporáneo. Si eso no es tener mentalidad de mercado con las personas, que baje dios y lo vea.

El error del señor del segundo comentario de menéame era presuponer que quien "compraba" ese modelo de relación eran las dos personas involucradas, y que eran ellas las que satisfacían sus necesidades; cuando el comprador es la cultura occidental y las necesidades, más que puramente afectivas, macrofinancieras.

Eso me sirve para la mayoría de la población que no conozco y quiero seguir teniendo produciendo, pagando impuestos, teniendo niños y beeando; pero no para vosotros, ni para mis relaciones ni para mis futuras parejas ni para mis lectores, que ya demostráis bastante leyendo esto mismo que estoy escribiendo. A vosotros no os quiero blanditos como ovejitas, ni en relaciones que simbolizanen el apalancamiento, ni la propiedad ni el odio.




Yo os digo endureceros con la experiencia. Yo digo brincad, sufrid y volved a por más. Yo os digo plantaros, y mirad a vuestro alrededor, a vuestro pasado y a vuestros padres. Pero no seáis demasiado cautos con lo que veáis; aprovechad vuestras vidas y vivir con intensidad, y el principal obstáculo para ello es el miedo al dolor, a la soledad; las dificultades para encontrar pareja que existían cuando se desarrollaron nuestros sentidos ya no existen; son psicológicas, se han instalado en nuestra vida en forma de construcciones sociales, pero eso no significa que sean imperativos, que sean así porque sí.

Que yo generalmente renuncie a las relaciones tradicionales no tiene nada que ver con las consecuencias globales que tenga, yo soy altamente individualista, como lo somos todos en el fondo de nuestros instintos, quizás yo un poquito más por reconocerlo. Tengo la vida que tengo porque es la que más se ajusta a mis necesidades, tanto conscientes como inconscientes.

Hay dos alternativas, o reniegas del juego, ya sea quedándote solo para siempre o con una pareja estable con sus consecuencias, o te conviertes en ti mismo en alguien capaz de vivir con intensidad tu vida amorosa y a la vez superar los inherentes problemas de esta. De la primera, no hay mucho donde hacer, escoge una chica y nunca la dejes escapar, si ocurre, busca otra para sustituir la primera. En la segunda opción, te vas a encontrar de todo, el deseo sexual te va a llevar a sitios donde sino, nunca hubieses estado, haciendo cosas que nunca hubieses hecho; y si encuentras en ese viaje alguien con quien te quieras quedar, siempre lo puedes hacer pues no debes nada a nadie.

No se trata de cerrarse en banda para que no te puedan herir, se trata de ser alguien capaz de entregarse a la lucha y luego rehacerse de sus heridas. Venga ya, no es para tanto. Vives en un país desarrollado, tienes 3 comidas al día, un techo donde dormir y conexión a Internet; te ha tocado la lotería. Coge tu mierda, racionalízalo como quieras, sal a la calle y vuelve a por más mañana.




Quizás mis necesidades cambien con el tiempo, pero lo que he escogido ahora es lo que más se ajusta a como quiero vivir mi vida ahora. De cambiar mis necesidades, mi modo de verlo cambiaría también con todo ello.

No os preocupéis demasiado, si estáis en un momento de vuestra vida en que estáis aprovechando vuestra vida con intensidad por otro lado, vuestras necesidades de una relación estable van a cambiar con ello, manifestándose de formas mucho más diversas que lo que uno podría pensar al observar a su alrededor. Algo me dice que la mayoría de relaciones estables que se establecen a temprana edad, o sin mucha experiencia previa, son más para refugiados que para conquistadores.


- Nose Jordi, cuan estimes una persona nomes vols estar amb ella i ja esta.
- I ja esta no, "estar amb ella" potser no implica el mateix per una persona que per una altre, encara que sempre donguem per suposat que aixo esta definit i es un estat idilic de convivencia d'amor romantic.
- Ja pero no penses en tot aixo, simplement et deixes portar. 
- I cap a on et deixes portar? Cada relacio, cada persona, cada idea de "estar junts" cada idea de estimarse es diferent. Com pot ser que casualment totes aquestes persones, en les seves relacions uniques, es deixin portar cap al mateix lloc? No sera mes aviat que hi ha una certa tendencia i unes raons que causen aquesta tendencia? 
- Tu saps al que em refereixo.
- No, no se al que et refereixes, tu tens al cap que el que has assumit culturalment es igual per a tothom, encara que que haguessis viscut la meva vida com exactament jo l'he viscut tindries un "al que em refereixo" completament diferent al meu.


Pero la sociedad no es un ogro ni alguien que nos obliga a hacer algo; la sociedad, y lo que es "normal" se define a partir de nuestra consciencia colectiva y de lo que creemos que la sociedad considera normal. Considerar una manera de ver las relaciones, una manera de vivir, como inherentemente contracultural, es perpetuar esa cultura mayoritaria.




A mí siempre se me ha tratado como el antagonista último de las relaciones de pareja, el defensor del follar porque sí; cuando en realidad nunca he defendido eso. No me intento justificar de mis acciones, cuando he sido un cabronazo insensible he sido un cabronazo insensible, ni pensar todo esto significa que "yo soy diferente de los otros chicos". Yo quiero lo mismo que los otros chicos, y si me apuras, de todo el mundo; satisfacer mis necesidades, que no son más que una manifestación de mis instintos; y ciertamente así me he comportado, quizás vuestro error es creeros diferentes y el mío, conseguir lo que me proponía.

Si veían alguna chica andando conmigo por Sant Feliu, ya me la estaba tirando, si me tiro a una amiga dais por implícito que soy yo el que me estoy aprovechando de ella, o que solo la quiero para follar si luego no salimos juntos. Cosas así, al igual que la eterna duda sobre si chicos y chicas pueden ser solo amigos solo muestran un profundo desconocimiento de lo que son realmente las relaciones intrapersonales. Que folle y no tenga novia no quiere decir que me aproveche de ella, ni que yo me acueste también con otras le quita valor a la chica con la que estoy paseando tranquilamente; en la teoría, quien más quien menos ya acepta esos hechos, o dice hacerlo, pero es muy diferente aceptar algo en el plano racional que hacerlo en el plano emocional. Nos apresuramos a catalogar sin ningún pudor a otros y justificar nuestras acciones, pues como dijo algún sabio en los comentarios de este blog:


Juzgamos a nosotros mismos por nuestras ideas y otros por nuestras acciones.

Sabio anónimo


No es de extrañar que en una sociedad que premie el apalancamiento, la obediencia y la limitación de nuestros instintos, precisamente presente como absoluta y mayoritaria un tipo de relación que cumpla las mismas características.





No defiende el sexo para que engañéis o dañáis a quien en teoría queréis. Defiendo el sexo porque es una expresión, un gran lenguaje, es comunicación, es deporte, es crear lazos y porque joder, es fantástico. Pero nunca he sido fan de ir a una discoteca, ligar con una chica porque sí y llevármela a mi casa. Aunque lo he hecho. Tampoco de follarme a todo el mundo, en cualquier momento. Yo no soy un adicto al sexo por reconocer que me guste, ni lo tengo como mi dios y origen del universo. A mi me gusta El Juego, y el sexo como actividad y parte imprescindible de él. A veces, el sexo es un modo de conocer a una chica, uno excelente además, y divertido, os lo recomiendo; aunque no lo confundáis, muy diferente es querer acostarte con una chica, que querer dormir con ella.

Ten en cuenta que esas relaciones van a ser siempre una aproximación, pues el juego es imposible de ganar; es imposible saber las expectativas del otro de la misma forma que es imposible saber exactamente las tuyas propias; hoy son unas y mañana podrían cambiar; pero no veo el ostracismo como una solución a eso.

Incluso dentro de una de estas relaciones, el juego no termina; seguimos sintiendo deseo sexual por otros, y no tiene por qué corresponder a una falta afectiva de nuestra pareja, la tan manida frase de “viene a buscar lo que no le dan en casa” no tiene por qué ser verdad, aunque obviamente, la descarga periódica de tensión sexual es indispensable, y la falta de sexo, al igual que la de deseo sexual, es un síntoma de que otras cosas no están funcionando.

¿Así pues, las relaciones son buenas o malas?
Las relaciones son. ¿A que te refieres? Entre tu y yo hay una relación ahora mismo, de escritor-lector, de amigo-amigo. Llámalo como quieras, no hay una frontera real entre relaciones. 
¿Así pues las relaciones tradicionales son buenas o malas?
Dependiendo de un montón de factores que involucran quien sois, en que momento de vuestra vida estáis, la estabilidad, necesidades, expectativas, cultura... No hay tal cosa como bueno y malo porque sí; ¿buenas o malas para que propósito? ¿A que tipos de conductas llevan en una situación determinada, positivas y hacen que te sientas mejor? ¿Negativas y notas que necesitas algo más, que tus días se hacen peores? Quizás a alguien le sorprenda que la vida sea más compleja que un bien o mal y que algo como el juego no pueda ser explicado en un estado de facebook o en un tweet. 
¿Así pues, las relaciones tradicionales llevan a conductas y actitudes positivas para la vida? 
Depende de la situación. Una cosa que las caracteriza es la estabilidad, a veces productiva a veces enfermiza. Yo estoy en un momento de mi vida en que no me interesa estancarme, la conformidad ni encontrar más incentivos para quedarme en casa sin hacer nada. Necesito todo lo contrario, motivos para salir y comerme el mundo. De eso se trata la juventud, aunque no puedes esperar que la vida haga todo por ti, tienes que tomar tus decisiones. 
¿Así pues, tu nunca vas a estar en una relación tradicional? 




A algunas personas, les parece increíble aún que el mundo no pueda separarse en bien y mal sin decir a lo que nos estamos refiriendo y para que propósito. Igual que hay muchos tipos de relaciones, hay muchos tipos de sexualidades, de tipos de atracción diferentes; así que no le debe extrañar a nadie que haya gente que si no saber ver esto, tampoco sepa que en esta vida hay más cosas que el blanco y el negro.

Lo que quiero que entendéis, es que estas entradas, esta explicación, estos problemas de como entendemos la monogamia, no es simplemente una excusa moral para acostarte con otras chicas cuando estás viviendo bajo una relación tradicional. Si lo queréis usar como excusa, adelante: satisfaced vuestros deseos, hermanos y cumplid con vuestros instintos, pero entonces si que son cuernos. De lo que realmente hablo es de una manera completa de ver el juego, de ver las relaciones; es un todo, una forma de vida.

- ¿Cómo puede ser, Jordi, si has dicho que las relaciones limitaban el juego y el capitalismo sexual lo mostraba en su totalidad, que dediques más tiempo en explicar porque no te gustan las relaciones tradicionales que en ninguna otra cosa? 
- Soy consciente de que precisamente al hablar mal de la presunción de absoluta que tienen las relaciones tradicionales estoy perpetuando su dominación, pero es imprescindible darse cuenta de ello, y además, si no lo explicase, quedaría como un cabrón que quiere follarse a todo aquel que pueda. 
- ¿Y no es lo que quieres? 
- No, claro que no: yo quiero follar con quien quiera. ¿Porqué presuponemos que voy a querer con toda aquella que pueda? ¿Qué habría de malo en follar con quien quiera? Precisamente eso es a lo que nos llevan las relaciones tradicionales, a la abstinencia sexual del soltero eterno, que le lleva a querer sexo por encima de con quién está follando, y a la presunción de que precisamente querer sexo es una debilidad. Es una trampa, una espiral de culpabilidad.



Aunque durante mucho tiempo he rechazado de lleno las relaciones tradicionales, no soy su antagonista. Las rechazo como modelo único que hay que seguir. Las relaciones son muy importantes, tengo una relación con todas las personas que conozco, y todas ellas son autodefinidas, ninguna encajada en “pareja” ni en “amigo”, pero no dejan de ser relaciones, que se definen con el tiempo, producto de las necesidades mutuas. Esas necesidades cambian entre las personas e incluso a través del tiempo, una misma relación que ha significado la vida en una situación puede simplemente ser un espejismo inaplicable en otra.

Alguna vez me he encontrado en posición de entrar en una relación de este tipo, y simplemente, por sus consecuencias más que por la falta de compenetración con esa persona, decidí no hacerlo. Pero la gran mayoría de veces, ya directamente nadie lo intenta; interpretándome como un aleatorio follador, intentarlo sería un reto, precisamente todo lo contrario a lo que quiere una persona buscando una relación basada en la absoluta falta de decisión, peligros ni acción. 

En el imaginario colectivo, pertenezco a un segmento no apto para la estable reproducción, fama que he de decir me he ganado a pulso, pero incluso así, si algún día me encuentro con alguien en que nos encontramos cómodos en algo parecido a una relación tradicional, no voy a tener reparos en etiquetarla como tal; pero como una consecuencia de una relación ya existente, no como el final de ningún camino, no con la intención de crear con el nombre de la relación un reflejo artificioso del que esconderme de El Juego y de su insoportable peso.




La próxima entrega irá sobre el otro lado del charco, la situación global que queda opuesta a la relación tradicional.

Independientemente de lo que decidís, del mundo paralelo que querríamos e intentamos crear, actualmente el juego tal y como lo entendemos queda irremediablemente dividido por la realidad; hay el mundo de las relaciones tradicionales, en teoría desconectado porque sus miembros lo deciden así, que crea algo parecido a lo que llamaremos un estado de comunismo sexual. En el otro lado de la colina, la situación es muy diferente: una mezcla de gente que quiere follar, de gente que no sabe lo que quiere, de gente que explora, de gente que desea una relación tradicional pero no sabe como conseguirla en un mundo donde uno es a la vez consumidor y objeto a consumir, en un estado que llamaremos capitalismo sexual. Mucha suerte y…




...que empiece el juego.

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